Son
entes de noche, son miedos con nombre, mayúscula en vida y minúscula
en muerte. Se esconden al alba, con tus quehaceres, si pretendes
dormir, obvia a los menores. Esperan tranquilos, detrás de los
muebles con ganas de sustos, con ganas de verte. Si los ves no te
tapes, no quieren herirte, si no piensas en ellos se hacen mayores.
Pero no recordar que existen no debes, si temes su grito, su
seguridad crece. A veces en sueños nos dicen qué quieren, parar a
escucharles también lo merecen. Si ignoras el hecho de que sin
querer aparecen, aparecen más tarde, más oscuros, más fuertes.
Creer sus palabras es tu decisión, a menor atención, menos
solución. Inventamos a los fantasmas como simples espejismos, como
símiles de lo más profundo que hay en nosotros mismos.
27 oct 2016
18 may 2016
Dicción.
Si
decir que
la
soledad
es
libertad
es
la explicación
más
sencilla,
decir
te echo de menos
no es más
que una perfecta
muletilla.
Humo.
Hermoso
el tiempo que contigo estuve,
cuánto
entre mis sábanas te tuve.
Te
disipaste como si fueses nube
y
mis sábanas conmigo durmieron,
yo
sin tu abrazo no pude.
En
mi pecho hay un hueco.
Mi
cuerpo es fría y dura roca
que
a lava cambia cuando me tocas,
el
húmedo otoño huele seco
y
la mucha lluvia parece poca.
Volverás
sin palabras en la boca,
sin
mantas para ocultar tu ego.
A
entender tu jugada no llego
y
volveré a ser una pieza de tu Lego.
Hasta mañana no.
Esta
mañana no,
no
despiertes todavía,
déjame
ver una vez más
cómo
duerme tu melancolía.
Que
la luz del sol entre
y
juegue con la de tu cara,
acaríciame
con tu color,
despiértame
con tu mirada.
Déjame
besarte con ternura
y
teñir de añil el aire.
Pero
no despiertes todavía,
en
la realidad no sobreviviría.
Ruge el león, herido.
Silencio,
que ya empieza la película.
La
historia trata sobre un pequeño niño,
que
ciertamente no pedía demasiado,
rezando
en el suelo frente a su ventana
al
dios que, despreocupado, le ignoraba.
Fuerte,
padre, ignorante de la fábula,
penetrante
olor al aire el desaliño,
tras
guerra que había protagonizado
finalizó
en calle Vieja Caravana
donde
Soledad, mordaz, le acompañaba.
Paloma
blanca de largas alas negras,
mirando
al universo, pozo infinito.
Esperaba
encontrar lo que una vez perdió
y
reencontrar al mismo tiempo los porqués
por
que su vida había perdido el sentido.
Las
rosas blancas que en las zarzas encierras,
absurdo
egoísmo escritor de este mito
que
en mano martillo pistilo aplastó.
Mártir
que muere por su religión. Moisés,
cuando
antes vencedor, ahora está vencido.
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