Las ramas del árbol formaban un beso,
un beso en el aire
sin miedo al destino.
Temía sus miedos que aún escondidos
rompían su alma
con garras de anhelo.
Perfecta la camisa planchada en el armario
corbata y zapatos
de oscuro engaño.
Recogió del viento ese beso impregnado
que después de un tiempo
se volvió silencio.
Silencio en el armario,
en el bosque
y en el camino.
Ese bosque que antaño
guardó sus amoríos.
Rasgado el pecho y sus entrañas
voló tras las ramas
que ahora le roban
el más antiguo de todos sus recuerdos.