El
púzle estaba incompleto,
faltaba
un constituyente.
No
se apreciaba el perfecto boceto
sin
el último eslabón, ausente.
Cansada
de tratar al destino de alteza,
rechazó
su título, su rol de princesa.
¿Dónde
estaba aquella pieza?
Quizá
era el momento de ser traviesa...
Hubo
de morder la manzana prohibida,
(árbol
sabio, rebuscada expiación)
para
ver que su mente siempre estuvo cohibida.
¿No
es cierto que, sin culpa, te sientes tentación?
Corrupción
nació de aquel fruto,
Alguien
sabía lo que iba a pasar,
aquél
día vestían los dioses de luto
como
el día en que vieron a Yocasta pecar.
Pecando
se adquieren principios de coherencia,
(sexuales
manzanas del árbol del ser)
las
raíces, arterias del alma, trascendencia
las
apetencias habidas y por haber.
No
es cierto que Eva quiso al demonio despertar,
ni
cierto que Adán, tras éso, sintiese deseos de matar.
La
pieza que no está, que creemos nubla el razonar,
confiamos
que ilumina la senda hacia madurar.
Sin
embargo, no es perfecto ni llano nuestro jardín,
hemos
de curar bien los esguinces de cerebro.
No
nuestros muros impenetrables ni casa de hollín,
que
nos lleve la impredictibilidad de las aguas del Ebro.
Ángeles
y demonios debatían en el parlamento,
reo
y acusado, el individualismo, de alta traición.
Llamas
de sumisión concentraban su tormento.
Lluvias
de libertad exigían revolución.