Recordamos
bien cuándo y a dónde hemos ido,
ahora
bien sabemos porqué y dónde estamos,
lo
que aún no hemos (por rutina) definido
es
ahora (o algún día) hacia dónde vamos.
Una
vez, haciendo memoria, recordamos cómo
una
vez recordamos, intensivamente, un momento
en
el que, estáticamente, volamos, no intentos,
sólo
que ahora (por cobardía) no recordamos el cómo.
Sentimos
alivio después de haber/nos perdonado,
mimándonos
como jamás lo habíamos hecho,
caminando ánchamente por el lugar más estrecho
y
amándonos como jamás nos habíamos amado.
Queremos
levantar con piedras duras duros muros
para
construir nuestro hogar en lugar seguro
en
el cual respiraremos del aire lo más puro
y
expectoraremos de nuestros pulmones el ácido cianuro.
Sintonizaremos
de nuestra radio las cadenas,
nos
rebozaremos en cualquier playa con su arena,
notaremos
el fluir de la sangre en nuestras venas
y
sabremos que estar tristes nunca merecerá la pena.