Voy
a pintar las paredes de mi habitación
con
colores vivos previamente nunca vistos
mientras
suenen las baladas de mis mejores discos
atronando
los muros sobre roturas del corazón.
Quiero
que tristes versos entren por las ventanas
y
vayan de la mano con los alegres hacia la misma dirección,
quiero
un poco de caos y locura y otro de organización
y
echar a lavar lo caduco y lo imposible con las sábanas.
No
quiero pasar más páginas, las leidas voy a arrancar,
reutilizar
la antigua tinta y usarla para volver a empezar.
Reescribir
el pasado pero jamás sus palabras pronunciar
y
guardar sus otoñales hojas en mis sobres sin sellar.
Que
la luz del sol sea mi despertador
y
asesine el tiempo que durmiendo desperdicio
mientras
a lo posible y lo perenne acaricio.
Mi
sangre como pintura y como lienzo un nuevo amor.
Los
rincones de la casa conservan un antiguo hedor
a
madera vieja, tóxico viento y repulsivo sudor,
no
se va ni con perfume ni pidiéndolo por favor,
es
casi tan desagradable como del azufre su sabor.
Se
acabó el beber en vano en nombre del vicio
y
caminar sin rumbo. Por el pasillo deambulando
aún
se encuentra del dolor de antaño el vestigio
que
sobre lloviendo sobre mojado está recapacitando.
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