12 ene 2015

La deshumidificación

Voy a pintar las paredes de mi habitación
con colores vivos previamente nunca vistos
mientras suenen las baladas de mis mejores discos 
atronando los muros sobre roturas del corazón.

Quiero que tristes versos entren por las ventanas
y vayan de la mano con los alegres hacia la misma dirección,
quiero un poco de caos y locura y otro de organización
y echar a lavar lo caduco y lo imposible con las sábanas.

No quiero pasar más páginas, las leidas voy a arrancar,
reutilizar la antigua tinta y usarla para volver a empezar.
Reescribir el pasado pero jamás sus palabras pronunciar
y guardar sus otoñales hojas en mis sobres sin sellar.

Que la luz del sol sea mi despertador
y asesine el tiempo que durmiendo desperdicio
mientras a lo posible y lo perenne acaricio.
Mi sangre como pintura y como lienzo un nuevo amor.

Los rincones de la casa conservan un antiguo hedor
a madera vieja, tóxico viento y repulsivo sudor,
no se va ni con perfume ni pidiéndolo por favor,
es casi tan desagradable como del azufre su sabor.

Se acabó el beber en vano en nombre del vicio
y caminar sin rumbo. Por el pasillo deambulando
aún se encuentra del dolor de antaño el vestigio
que sobre lloviendo sobre mojado está recapacitando.

3 ene 2015

Nada, todo y más nada

¡Alas Alcohol!                                     ¡Alas Tierra!
tú que relajas mi ser.                       que me viste nacer.
Uñas mordidas,                                  Tú y tan sólo tú
paciente espera.                              me verás fallecer.


                         ¡Alas Muerte!
                   la villana de la película,
                      la actriz secundaria
                    en los créditos finales.


¡Alas Respiración!                                ¡Alas Corazón!
que me permites vivir,                  que suspiras a la noche.
recoges veneno del aire,               Late fuerte, nunca cedas,
ésto es, daño colateral.            pues pasión sin tí no queda.

El propósito de William

Si muriese el sol se iría el día
y la noche su sábana fría impondría,
nos doblegaríamos ante su tiranía
preguntándonos cuánto la oscuridad duraría.

Culpables con las galletas y el café,
inocentes entre el colchón y las sábanas,
buscando sin éxito de las lágrimas el porqué
y con el ceño fruncido todas las mañanas.

Leerémos a Shakespeare a la luz de las velas
con la salada ambición del posestructuralismo,
entenderemos de sus versos sabor a canela
lo que no supimos entender de nosotros mismos.