Si
muriese el sol se iría el día
y
la noche su sábana fría impondría,
nos
doblegaríamos ante su tiranía
preguntándonos
cuánto la oscuridad duraría.
Culpables
con las galletas y el café,
inocentes
entre el colchón y las sábanas,
buscando
sin éxito de las lágrimas el porqué
y
con el ceño fruncido todas las mañanas.
Leerémos
a Shakespeare a la luz de las velas
con
la salada ambición del posestructuralismo,
entenderemos
de sus versos sabor a canela
lo
que no supimos entender de nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado ¿Qué opinas?