La
chispa dará paso a la brillante llama,
la
cual prenderá fuego al impaciente cigarro.
Recogerás
del silencio ese beso impregnado
que
después de un tiempo se volverá ruido.
Repugnante primera calada que no inhalarás.
Oh
humo caliente que bailarás en el aire...
Después
de tres caladas las cosas parecen ir mejor,
en
mi mesa cuadrada, con mi marca de tabaco habitual.
Y
aquí estamos, tú y yo, besándonos suavemente,
fumando
de tí lo malo que quiero de mí exhalar
y
sin remedio, una vez más, el placer del efecto placebo.
Labios
con sabor a tí, perfume con tu nombre impreso.
Eventualmente
te desvaneces y contigo tu alma.
Tras
presionarte te inmolas (me quemas), me quemo.
Y
ahí están tus esbirros, esperándome, deseándome,
contando
los minutos hasta que me desespere.
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